Los proyectos representan un gran reto para aquellas personas que lo afrontan. Y esto es debido a que vienen acompañados de cientos de responsabilidades: tiempos de entrega ajustados o continuos, periodos de pruebas, presupuestos ajustados, etc.
Por tanto, la gestión de un proyecto no es un trabajo sencillo. No sólo tienes que terminar determinadas tareas en el tiempo estipulado, sino que además has de hacerlo ajustándote al presupuesto y con la suficiente calidad como para cumplir las expectativas del cliente.
En esta línea, la adopción de una metodología que permita aplicar una serie de criterios objetivos en las decisiones, así como planificar y controlar todo el proceso, pueden hacer que el resultado de un proyecto sea totalmente diferente. A continuación, hablaremos de algunas de las principales metodologías en la gestión de proyectos.
Metodologías para la gestión de proyectos
Waterfall
La metodología Waterfall es un enfoque tradicional de la gestión de proyectos, que consiste en establecer desde un principio el objetivo del proyecto y planificarlo al completo. Esta técnica divide el trabajo en diferentes procesos (inicio, planificación, ejecución, monitorización y cierre) que se ejecutan de forma secuencial hasta conseguir los objetivos marcados. Se suele emplear en los sectores de manufacturas, construcción y software.
Agile
Esta metodología permite procesar los proyectos en fases o ciclos pequeños. Su principal característica es que es extremadamente flexible. Además, deja modificar los productos o servicios a lo largo del proyecto, ya que estos se van utilizando al mismo tiempo que se desarrollan.
Este proceso está orientado a proyectos dinámicos, donde los hitos se tratan como “sprints” y la meta es conseguir adaptarse a los continuos cambios de las reacciones de los clientes. En este caso, Agile se suele emplear en proyectos de software pequeños compuestos de un equipo altamente colaborativo. O también en proyectos que requieren de una iteración frecuente.
Scrum
Este método sigue la estructura Agile de la que hablábamos antes y se basa en iteraciones o “sprints” (normalmente períodos de alrededor 30 días). En estos sprints se establecen unos objetivos, se trabaja para lograrlos y se controla su cumplimiento. Teniendo en cuenta siempre la posibilidad de aplicar cambios en función de las peticiones del cliente.
El Scrum se utiliza en proyectos complejos que pueden tener una gran cantidad de cambios de última hora. Sus tres pilares son: transparencia, inspección y adaptación.
Kanban
Este proceso de planificación de proyectos fue desarrollado por la empresa Toyota. Se basa en un sistema de pistas visuales, que les indican al equipo lo que se espera de las tareas en relación a cantidad y calidad. Indicando también cuándo se deben de llevar a cabo. En la práctica, este método se realiza ya sea con tarjetas o notas adhesivas en una pizarra Kanban. O a través de herramientas de gestión de proyectos como sería el caso de Trello.
Por tanto, elimina los sprints y los hitos atribuidos al método Waterfall. Y emplea un enfoque más visual de la gestión del tiempo, la dimensión del proyecto y el presupuesto.
Como hemos podido observar, todas estas metodologías tienen como objetivo ayudar en la planificación de un proyecto y hacer el trabajo de los empleados más productivo y sencillo. Si a estas les añades herramientas que logren una buena gestión de equipos de trabajo y gestión de tiempo, como es el caso de Profesto.io, conseguirás alcanzar mejores resultados.